El pasado 20 de julio se firmó un acuerdo con Metro de Madrid que pone punto y final a la batalla por conseguir una indemnización para las víctimas y familiares de trabajadores de Metro fallecidos a causa de haber estado manipulando o expuestos durante su vida laboral al amianto.
Con estas indemnizaciones, Metro de Madrid está reconociendo la enfermedad profesional de muchos trabajadores desarrollada por la exposición al amianto. Lo más grave es que la empresa sabía de su presencia y lo ocultó durante más de dos décadas. Fue en 2016 cuando salen a luz las graves consecuencias de estar expuestos o manipular este material cancerígeno al afectar directamente a la salud de sus trabajadores.
Esther es la hija de la última víctima mortal a causa de una larga enfermedad derivada de la exposición al amianto. Cuenta que su padre estuvo 42 años trabajando como Maquinista en el suburbano madrileño y resulta obvio que su enfermedad se ha desarrollado en su puesto de trabajo: “a mi padre lo mató Metro de Madrid”, explica.
El 12 de junio de 2021, a la edad de 65 años, falleció el padre de Esther. Reconoce que esta lucha solo ha durado un año, a diferencia de muchas otras familias que han tenido que llegar incluso a juicio. Aún así, quiere dejar claro que por mucho dinero que le ofrezcan, a su padre nadie se lo va a recuperar. El camino de todas estas familias ha sido complicado y lleno de baches viendo que no avanzaba la situación hasta que han podido ver la luz al final del túnel.
Retirar totalmente el amianto sería lo idóneo para evitar futuras víctimas mortales, pero es tan costoso económicamente que prefieren ofrecer dinero a sus familiares “para callar bocas y ocultar públicamente la existencia de amianto en trenes e instalaciones con el único objetivo de no manchar su imagen”, asegura Esther. Sin embargo, gracias a los sindicatos y abogados de los familiares de las víctimas se ha podido hacer eco en los medios de comunicación del motivo real de este acuerdo.
Esta indemnización supone para la hija del Maquinista fallecido una forma de admitir que son los culpables de todas aquellas víctimas a las que la Seguridad Social les ha reconocido la enfermedad profesional.
La gente joven que se encuentra en la plantilla de Metro de Madrid aún no es del todo consciente de esta cruda realidad, la cual “ven muy lejana, pero tarde o temprano les va a tocar”, destaca Esther. De esta forma, se justifica su ausencia en concentraciones y manifestaciones sobre el amianto porque aún no se plantean que les vaya afectar a su salud.